Brian Eno habla sobre los juegos con la luz
Ed Gillett
Escritor invitado
En el nuevo episodio de The Lighthouse, Brian Eno habla sobre su arte visual con el curador e historiador Hans-Ulrich Obrist. Con este artículo complementario del blog, podrás seguir la historia mientras ambos se sumergen en las audaces exploraciones visuales de Eno.
Brian Eno lleva cinco décadas reescribiendo las reglas. Como músico, compositor, productor y artista visual, siempre ha innovado y continúa haciéndolo. The Lighthouse, su colaboración con Sonos Radio, es un recordatorio de varios de los conceptos que han definido su trabajo como músico, productor y artista visual, desde la experimentación franca y la superposición sensorial entre el oído y la vista, hasta el uso de la tecnología para explorar nuevas formas de creatividad. Pero la colaboración también representa un audaz paso hacia adelante, ya que usa una colección de tesoros de trabajos nunca antes publicados y la generación aleatoria para construir innovadores mundos sonoros.
En un programa exclusivo para Sonos Radio, Eno nos cuenta cuáles han sido las inspiraciones detrás de The Lighthouse. En entrevista con el curador y crítico Hans-Ulrich Obrist, hablan de todo, desde los sueños de grabadoras en la niñez hasta la música como parte de un proceso infinito. Escucha la conversación completa aquí.
“A diferencia de muchas personas que abandonaron la escuela de arte para dedicarse a la música, yo seguí también trabajando en las artes visuales. Noté que ambas prácticas iban acercándose cada vez más. Hubo un momento en el que me di cuenta de que quería hacer música que fuera como pintura, y quería crear pinturas que fueran como música. Creo que todo tenía que ver con la comprensión del tiempo, en realidad. ¿Qué sucede si tienes una imagen que cambia muy lentamente? Es distinto cuando algo va cambiando. Te invita a quedarte a verla durante más tiempo. Así que comencé a jugar con la luz”.
“Una de las cosas que me gusta hacer es tomar una tecnología que existe por un motivo determinado y buscar la forma de hacer algo distinto con ella”.
“Recuerdo muy bien la primera vez que vi una grabadora; pensé que era maravilloso que la música pudiera almacenarse de esa forma. Y por supuesto, lo siguiente que pensé fue: ¿Qué pasaría si la reprodujera al revés?”
“A finales de la década del setenta, comencé a trabajar con video, simplemente [permitiendo] que el evento, cualquiera que fuera, ocurriera frente a la cámara. En ese momento, vivía en West 8th Street y mi departamento daba hacia el sur. Así que tomé la cámara y la coloqué de costado, dirigida hacia el centro de la ciudad. Y pensé: ‘Bueno, voy a girar la TV’, y de pronto ya no estaba viendo la televisión. Estaba mirando un cuadro”.
“Algo importante para mí con respecto a mis instalaciones era cómo hacer que la gente se quedara más tiempo. No quería que la gente diera un vistazo rápido y luego pasara a la siguiente obra. Y por supuesto, esto estaba relacionado con la música. La música te dice que algo está cambiando; hace que las personas vayan un poco más lento, y creo que eso es útil. Cuando entras a una iglesia y hay una hermosa ventana por donde entra el sol... tal vez esas ventanas sean vitrales modernos, sin temática religiosa”.
“Era muy evidente para mí que la idea del arte como algo estático, fijo y terminado ya no me emocionaba. La música clásica está diseñada como la arquitectura, pensando en el objetivo y en cómo sonará la pieza terminada, mientras que la música que componían [Steve] Reich, [Terry] Riley y otras personas era más como la jardinería. Era algo más parecido a decir: ‘Aquí tengo unas semillas; voy a plantarlas y veré lo que pasa’. Comencé a pensar que yo era más jardinero que arquitecto, y todavía lo pienso”.
“Dibujar es importante para mí porque es la forma más rápida que tengo para descubrir ciertas cosas. Gran parte del trabajo que hago comienza con un dibujo, incluida la música”.
“Mi concepción de las cosas es a través de formas y sistemas, y de cómo estos sistemas se entretejen. Si hago un dibujo de eso, ¿el dibujo se ve interesante? ¿Parece que fuera algo que me gustaría escuchar? En cierto modo, las formas modernas de crear música son mucho más parecidas a la pintura que a la música tradicional”.
“No suelo terminar algo sino hasta que puedo vislumbrar qué función cumplirá eso en el mundo. ¿Qué va a ser esto? ¿En qué se convertirá? ¿Qué pasará si le hago esto? Mi archivo de trabajos no publicados tiene 7,502 piezas musicales. Ninguna de ellas está terminada, pero cuando quiero hacer algo para una tarea específica, suelo comenzar a partir de alguna de ellas y pensar: ‘Muy bien, creo que puedo convertir esto en la pieza que necesito’”.
“No sé meditar, así que no sé si es lo mismo o no, pero me gusta dejar que mi mente deambule, lo cual significa, en primer lugar, olvidarme de todas estas noticias de lo que está ocurriendo. No quiero estar en ese mundo lleno de constante actividad y de lo que hacen otras personas. Busco momentos para volver a entrar en ese estado infantil. No significa que serás más estúpido, menos adulto o algo por el estilo, pero creo que estarás menos preocupado y más abierto a las sensaciones, a tus pensamientos más profundos y a las cosas que siempre están allí pero que rara vez reciben tu atención”.
The Lighthouse representa la continua exploración de Brian Eno de este espacio de meditación casi infantil; un singular paisaje sonoro con un origen doble: la experimentación inquieta que sigue siendo la base de su arte y la tranquilidad que se encuentra dentro de todos nosotros, a la espera de ser redescubierta.
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