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Sonos es una empresa estadounidense líder en tecnología de audio, mejor conocida por la creación de los primeros sistemas de audio multi-habitación inalámbricos que les permiten a los usuarios reproducir con facilidad música y otros tipos de contenido en distintas partes de su hogar. La empresa sigue innovando, creando bocinas inalámbricas, sistemas de teatro en casa, audífonos, componentes arquitectónicos y soluciones integradas de audio para el hogar que revolucionan la forma en que las personas escuchan y se conectan con el sonido.

Aunque el sonido es parte fundamental de todo lo que hacemos en Sonos, nunca habíamos tenido un sonido específico asociado con nuestra marca. Hasta ahora. En coincidencia con el lanzamiento de Sonos Radio, nos entusiasma presentar nuestra nueva marca sonora. Al sintonizar Sonos Radio, los usuarios pueden escuchar esta pieza original compuesta por Philip Glass, emblemático maestro de la música clásica contemporánea. Esta es la historia detrás del sonido.

, Dmitri Siegel, Vicepresidente de Marca Mundial de Sonos, descubrió que faltaba una pieza clave de la experiencia sonora. “Nos dimos cuenta de que Sonos no tenía realmente una identidad de marca sonora”, señala Siegel. “Estamos obsesionados con el sonido; es en lo que pensamos todo el día, y aún así no teníamos un sonido que significara Sonos. Cuando hicimos una lista soñada de posibles candidatos para componer ese sonido para nosotros, Philip Glass siempre estuvo en lo más alto”.

Con décadas de exploración en repetición y modularidad, Glass era la opción natural para desarrollar un sonido basado en el nombre y la identidad visual de Sonos, que nacen de la simetría y la simplicidad. Por fortuna, sabíamos que tenía Sonos en su hogar y que además 

Brian Beck, Director Global de Música de Sonos

. Siegel agrega: “La combinación de estructura formal y exuberancia, humanidad y rigor técnico de la música de Philip Glass hacen que sea perfecto para Sonos”.

Cuando Glass aceptó el proyecto, las instrucciones que le dio Siegel fueron simples:

_Sonos es una palabra inventada que significa sonido. _

Ahora debemos inventar un sonido que signifique Sonos.

Y al ser uno de los compositores estadounidenses más influyentes de los últimos cien años, cumplió con el pedido. Para describir el resultado, Glass señala: “La composición refleja dos extremos opuestos de un espectro: lo orgánico y lo electrónico. Lo orgánico, representado por los instrumentos acústicos, habla del acto de escuchar, tanto en forma personal como en compañía. Lo electrónico, que puede escucharse en los elementos sintetizados, es un guiño a los productos Sonos como tecnología innovadora, tanto en reproducción de sonido como en conectividad”.

Para saber más sobre el perfil sonoro de las bocinas Sonos, Glass colaboró con Giles Martin, premiado compositor y productor, y Líder de Experiencia Acústica de Sonos. “Queríamos asegurarnos de que el tono y el rango de la composición demostraran las capacidades de las bocinas, y que abordaran esos momentos de la experiencia del usuario en que el sonido se usa de forma explícita”, comenta Martin.

Para darle vida a la composición, se grabó con 21 músicos en el DiMenna Center for Classical Music de la Ciudad de Nueva York. La grabación incluye una sección de cuerdas de 17 instrumentos, flauta, trompeta, corno francés, piano y sintetizadores electrónicos.

Después de la grabación, Martin se encargó de la mezcla y la masterización de la marca sonora en colaboración con Sam Okell, ingeniero de grabación ganador de premios Grammy y Emmy. Cuando terminaron, Siegel finalmente obtuvo el sonido que significa Sonos.

En definitiva, Glass creó una gama completa de elementos de marca con diferentes duraciones y propósitos, que servirán como “herramientas sonoras” para la experiencia acústica Sonos. En adelante, Martin y el Equipo de Experiencia Acústica utilizarán estos elementos como base para trazar y definir la identidad sonora de la marca.

Ahora nos enorgullece compartir el producto final, que cobra vida en la siguiente animación. Lo mejor para escucharla es tu sistema Sonos porque, como señala Glass, fue compuesta “usando el espectro completo de frecuencias para demostrar el rango y la profundidad de las bocinas Sonos”.

, donde podrás escuchar la nueva marca sonora con sonido brillante, además de estaciones curadas por género, programación original y miles de estaciones de radio de todo el mundo.

¿Qué sonido significa “Sonos”? Philip Glass nos dio la respuesta.

Global Head of Editorial

Como Director Global de Música de Sonos, Brian Beck emprende una meticulosa búsqueda para encontrar la canción o el artista ideal para nuestros anuncios, eventos, playlists seleccionadas y más. Descubre cómo se mantiene conectado Brian con lo último en música, además de sus tres consejos para crear playlists increíbles.

Cualquiera que haya crecido en Fairbanks, Alaska, a principios de los 80 tenía que hacer un esfuerzo extra para descubrir nueva música. Y esforzarse aun más para entregar periódicos con temperaturas bajo cero a las cinco de la mañana. Para Brian Beck, este esfuerzo adicional le dio la fortaleza para llevar adelante una carrera musical que ha abarcado radio, transmisiones en streaming, sellos discográficos, representación de artistas y, finalmente, su puesto actual como Director Global de Música de Sonos.

Fue durante esas mañanas oscuras y frías que Brian experimentó los inicios de su continua obsesión con la música. “Mi mamá tenía que llevarme en el auto a entregar los periódicos porque afuera estaba todo oscuro y congelado; hacía demasiado frío para hacerlo en bicicleta”, comenta Brian. “En el auto, escuchábamos cintas de los Beatles, Motown o Zeppelin. Ese era nuestro ritual de los domingos por la mañana”. Aparte de esas cintas, la exposición de Brian a la música se limitaba a la radio pop local y a lo que podía encontrar en Music Land, la única tienda de música del centro comercial.

O así fue hasta agosto de 1981. “Cuando llegó MTV, el panorama se abrió de repente”, señala. “En Alaska, la TV desempeña un papel muy importante en la vida de la gente. Yo crecí siendo un chico MTV”. Con el tiempo trabajaría en MTV, pero no sin antes ganarse un lugar en la radio.

Comienzos idealistas (o cómo conseguir discos gratis)

“Trabajar en el ámbito musical sucedió como por accidente”, menciona Brian. Como estudiante de preparatoria en Seattle, tuvo que escoger un trabajo para explorar en la feria de las profesiones. “Mi banda había tocado en un espectáculo de talentos que se había organizado en la ciudad a principios de ese año y después el patrocinador de una estación de radio nos había dado una enorme cantidad de discos gratis. Por eso, cuando tuve que decidir el trabajo que quería explorar, dije que quería ser DJ, porque pensé que así podría conseguir más discos”. Su elección de pasar el día en la estación KNDD 107.7 The End de Seattle se convirtió en prácticas profesionales y más adelante en un trabajo de tiempo completo como programador musical y conductor. “Y así fue como comenzó todo”, recuerda, “porque quería conseguir música gratis en la feria de las profesiones”.

Cuando Brian llegó a MTV, era el responsable de la creación de playlists de varios géneros para la incursión de la televisora en la transmisión de música en streaming. “Fue así como aprendí la verdadera importancia de invertir tiempo en la creación de playlists”, señala. No conforme con solo juntar canciones que más o menos encajaran dentro de un tema, Brian aplicó cuidadosamente lo aprendido al programar en la radio para crear playlists optimizadas para la experiencia del streaming.

La fricción entre el arte y el comercio afecta todos los aspectos del negocio de la música. Como representante de talentos, Brian ha aprendido las sutilezas necesarias para equilibrar ambas cosas y, lo más importante, sin dejar de mantener el estilo único del artista. Trabajando con los equipos de “My Morning Jacket”, “The Head and the Heart” y “Preservation Hall Jazz Band”, entre otros, Brian estuvo a cargo de supervisar la mercadotecnia, las estrategias digitales, el merchandising y más. Y, aunque en ese momento no lo sabía, estaba adquiriendo la experiencia que más le haría falta para trabajar en Sonos.

A lo largo de su carrera, Brian ha tenido un lugar en la primera fila para presenciar la evolución del consumo de la música; desde cintas y discos compactos hasta mp3 y reproducción en streaming. Y con esos avances, fue testigo de cómo la balanza fue moviéndose de la calidad a la conveniencia. “Siempre me importó mucho la calidad del sonido, pero resultaba inconveniente”, comenta. No fue hasta que tuvo su primera bocina Sonos, una Play:5 de primera generación, que finalmente encontró una forma conveniente de disfrutar sonido brillante. “Recuerdo haber pensado ‘santo cielo, esto es tan sencillo’”, señala. Con una renovada forma de apreciar el sonido brillante, y con sólidos antecedentes en el negocio de la música, Brian se incorporó a Sonos a finales del 2015 como Jefe de Relaciones con Artistas de EE. UU.

Parando la oreja (en busca de artistas innovadores)

En su puesto actual, Brian es responsable de encontrar y contratar a los artistas y canciones adecuados para cualquier tema relacionado con la música en Sonos. Para lograrlo, mantiene profundas relaciones con equipos de artistas que realmente están en línea con los valores y la estética de Sonos: artistas como Solange, Beastie Boys, Frank Ocean, y Karen O, por mencionar algunos. “Mi trabajo es conseguir grandes artistas para Sonos con la esperanza de que tengan una experiencia significativa con el producto”, dice Brian. “De esa manera, cuando llega el momento de elegir música para ayudarnos a contar una historia, la conversación con el equipo es mucho más sencilla porque que el artista ya utiliza Sonos y le encanta”.

En los últimos cuatro años, estas relaciones han prosperado continuamente, ofreciendo una banda sonora uniforme para grandes lanzamientos de productos, activaciones de la marca, asociaciones con productos, y eventos. Si bien su trabajo puede sonar como un emprendimiento solitario, el elemento principal, dice Brian, es formar parte de un equipo increíble. “Este es simplemente el mejor equipo con el que he trabajado; por eso es el empleo de mis sueños”, señala. “Todos venimos de entornos distintos y tenemos perspectivas únicas y valiosas. Esto garantiza que lo que sea que produzcamos será siempre nuestro mejor trabajo”.

Elegir con qué artistas trabajar en primer lugar le exige a Brian mantenerse al tanto sobre la música más reciente y sumergirse en ella. Su forma de lograrlo ha cambiado mucho desde los días en que se paseaba por los pasillos de Music Land en Alaska. “Básicamente, lo he consolidado todo en la reproducción en streaming”, comenta. “Probablemente sigo unas 50 o 70 playlists nuevas entre todos los servicios de música en streaming”. Y es entonces cuando comienza el trabajo de verdad: “Cada semana, selecciono todo lo que suene interesante o aparezca en varias playlists y lo coloco en una playlist de ‘tal vez’”. Completa esa playlist con algo de ayuda de las redes sociales, siguiendo a varios artistas y sellos discográficos en Instagram y con ocasionales visitas a tiendas de discos por si acaso. A partir de allí, va reduciendo la playlist varias veces hasta que obtiene una finalista. Y esa es la playlist a la que recurre cuando le preguntan qué música debería servir de acompañamiento para una nueva iniciativa de Sonos.

Cómo crear playlists libres de algoritmos

Cuando no está explorando las complejidades del negocio de la música, a Brian se le encarga la tarea de aplicar su experiencia en la creación de playlists oficiales de Sonos. Su método para crear estas playlists es exhaustivo, pero tiene sus recompensas. (Compartimos algunas de nuestras favoritas a continuación). Estos son sus tres principales consejos para crear tus propias playlists:

“Aunque quizás pienses que conoces muy bien un género musical, una onda o una categoría específica, es muy útil usar Internet para investigar con más profundidad. Busca en los foros en línea; hay muchos nerds apasionados de la música que podrían enseñarte una o dos cosas con la información que han publicado. Explora otras playlists: si estoy creando una playlist de jazz, es muy probable que el New Yorker tenga una playlist esencial de jazz que valga la pena examinar como referencia. Por último, revisa las playlists de artistas en los servicios de streaming: ellos saben que otros artistas y los verdaderos fanáticos de la música los están escuchando y calificando, así que es probable que encuentres canciones que no son tan obvias o conocidas. Considera toda tu investigación como una oportunidad de ampliar tus conocimientos musicales”.

2: Dale importancia a la forma en que fluye

“Lo más importante es que fluya. La forma en que comienzas tu playlist le pone el tono a todo lo demás. Así que, si comienza muy rápido, probablemente sea recomendable mantener ese nivel alto de energía a lo largo de toda la playlist. Pero si la abordas como si fuera un viaje, o un set de DJ, puedes ir construyéndola gradualmente. Luego puedes intentar incorporar subidas y bajadas, momentos esperados y sorpresas. Y al añadir canciones, siempre ten en cuenta cómo funcionan entre sí. Si una canción termina con mucha fuerza y la siguiente comienza con suavidad, tal vez sea preferible comenzar con la canción más suave”.

“Una vez que hayas terminado tu playlist, escúchala muchas veces, de principio a fin. Luego, deja de escucharla durante un tiempo. Deja pasar más o menos una semana y luego vuelve a escucharla para ver si sigue siendo buena. Cada vez que la escuches, decide qué añadir o eliminar. Algunas canciones no están hechas para playlists. Puede ser que terminen con un sonido que forma parte de una transición a la siguiente canción. O puede que incluyan un interludio, como un fragmento de un contestador de voz. Esas canciones simplemente no fluyen bien dentro de una playlist. También es importante poner atención a los niveles. Algunas canciones tienen un volumen realmente bajo. Por eso, si en una playlist para fiesta tienes una canción con volumen muy alto seguida de una con volumen bajo, no va a fluir bien. Pon esta canción antes en tu playlist o elimínala por completo. Tu objetivo es crear un ambiente con tu playlist, así que tienes que estar dispuesto a abandonar algunas canciones para lograr tu visión final”.

¿Te sientes inspirado? Comparte tus playlists en las redes sociales y etiqueta a Sonos; nos encantaría escuchar lo que has creado.

Cómo se crea la banda sonora de Sonos

Photography by: Danny Clinch

Philip Glass opens his own door. He ushers me into the front room of his East Village brownstone — busy, unkempt and fully lived-in — to drop my coat off and wait a minute. I am, it seems, early, and Glass is still busy with his previous task. As I peel layers that protected me from a frosty New York afternoon, Glass shuffles into the next room over — the music room, it turns out — and gets back to quietly, intently banging out single notes on a piano. Let me tell you, there is no feeling like the feeling you get when you realize that you have accidentally interrupted Philip Glass — among the most influential American composers of the last century, one of the masters of contemporary classical music “with repetitive structures” (he shies away from the term “minimalist”), recipient of countless arts awards and lifetime-achievement medals — from working on music.

Philip Glass' shelf of sheet music and a Play:3.

Glass has lived in this house since 1984, and that crowded room — grand piano, synthesizer, floor-to-ceiling bookshelves filling up much of its capacity, sheet music, art and Eastern artifacts on every surface — is where he does his composing. It is, in fact, the room where he wrote most of Symphony No. 11, which premiered at Carnegie Hall on January 31st, which also happened to be Glass’s 80th birthday, the overlapping hallmarks far from a coincidence.

“The whole thing was a set-up,” Glass says through a smirk that rarely disappears during our conversation, a couple of weeks after the event. “The people who work for me commissioned it to be done on my birthday which was going to take place at Carnegie Hall.” (He assumes a voice of faux-incredulity: “No pressure. ’Oh, I see, this is my party and I have to do the work?’”) Glass says he temporarily fretted the stressful circumstances — rewriting the symphony’s last 11 pages after the first rehearsal because “I realized that the ending was not definitive enough” — but estimates that the debut, performed by the Bruckner Orchestra Linz, under the direction of its chief conductor (and longtime Glass collaborator), Dennis Russell Davies, went over pretty well. “The reception seemed fairly authentic. People really did like it. They weren’t just applauding because I was 80, like you might see with [older] people out running in the park, and people go ‘Yay’ only because they can still do it.”

“My days of listening were connected to my father’s record store, where I began working when I was 12. My first job in the music world was advising people what records they should buy, so I had to know all the records in the store.”

A moment later, referencing his own feelings in the symphony’s aftermath, Glass casually declares that “Writing it and hearing it is not exactly the same.” In a nutshell, this dichotomy is at the center of our discussion: how, for a composer, especially one as long-established as Glass, the acts of conceiving and listening are both intertwined and separate, and how such actions relate to one another when writing a massive piece such as the Eleventh.

For Glass, some notions of these concepts arrived early. Though he began attending Baltimore’s prestigious Peabody music school at the age of eight, he’s certain that “My days of listening were connected to my father’s record store, where I began working when I was 12. My first job in the music world was advising people what records they should buy, so I had to know all the records in the store. They would come in and say, ‘Well, I want to buy Beethoven’s Third Symphony’ and I would say, ‘Do you like it fast or do you like it slow? If you like it slow, you can get Bruno Walter’s. If you like it fast, we can get you Toscanini. If you want an American version, we got Leonard Bernstein’s.’ I had to listen professionally, you might say.”

Glass’s listening also needed to be mindful of the budding audiophile market. “We were aware of which were the good sounding records and which were not, but the people who were nuts about sound they didn’t care about the content. We’d say, ‘We just got a new marching-band record, you won’t believe how the brass sounds.’ We were selling music.”

As Glass moved through his schooling and creative evolution — at the University of Chicago and at New York’s Julliard School of Music; then in Paris, studying with the famous composition teacher Nadia Boulanger and 

notating the Indian music of Ravi Shankar

; then back to New York, where in 1967 he founded the Philip Glass Ensemble for the performance of his own budding compositions — he says, “I hardly listened at all.”

Glass’ fluency reading music and imagining it off the page accelerated his understanding of compositions and its forms. “I would pretend to be following lectures and actually I was reading a Beethoven quartet,” he says of racing the pedagogues and winning “because I could read faster.” Yet he also recognized the flaws in conceptualizing composed sound without actually listening back to it. “Are we hearing it accurately? Are we writing down what we want to hear?” Glass asks. In his mind, the greatest challenge of imagined accuracy is “hearing the music in real-time. It’s very hard to do. So you end up playing it on the piano,” which, if the piece is symphonic, is not the music’s true representation either. The relationship between linear time and writing is a life-long conundrum. “I think these are challenges for composers at any point in their life. You don’t get particularly better — you may learn certain tricks, but that’s it.”

Technology has certainly changed his landscape. It is interesting to hear Glass — who recently had a Sonos system set up throughout his house — discuss digital tools as “assets” in his process. Including, in the writing of the new symphony.

“I was working with Dennis,” he recounts of the lead-up to the Carnegie Hall premiere. “We were going over some transitions, and he had the rehearsals on a digital recorder. I had it put on Dropbox, pulled up the rehearsal on my phone, so we listened to it together, and would say, ‘well maybe we can cut a couple of measures here.’ Now in my music room, I tend to listen to playback of things, the rehearsal tapes. That became very useful.”

Aging has done its share to affect how Glass’ hears — “Perceptual faculties become degraded biologically,” he says, matter of factly. “Look I’m 80, what else is going to happen?” – but also, more importantly, what he chooses to hear.

“Mostly, I listen occupationally. Of course it’s fun to listen, but I don’t listen for fun. When I listen to Anoushka Shankar’s new album, for instance, I am more listening to see if she’s got a good band, if they’re playing together, would Ravi be happy when he heard it. Or, if I hear an orchestra, I want to hear the conductor, I want to hear how they sound.” The smirk rises to the fore once more. “I have all kinds of sinister agendas for listening tucked away.”

Glass says that, beyond music, he has other reasons to love his Sonos set-up. “I find that in my bedroom, I listen to the news — the stations are listed and they don’t drift. But listening for pleasure…” His voice trails away. “My ideal place is some place where they don’t play music. I found for example, that Chinese restaurants in New York don’t have music, have you noticed that?”

Philip Glass on Listening (and Composing) at 80

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